Te alejás de la plataforma 187, tratando de recordar algún
episodio en el que escuchar tu intuición te haya salvado de una catástrofe. No se te ocurre ninguno, salvo esa vez que estabas bajando las escaleras de la estación de subte, cuando
creíste que te habías olvidado la billetera y volviste a tu casa a buscarla.
Luego de revolver el living entero la encontraste, muerta de risa, como decía
tu mamá, en el fondo de la cartera. Al llegar de nuevo a la estación te
enteraste de que la línea estaba detenida porque alguien se había tirado del
andén más o menos a la hora en que bajabas las escaleras. Siempre agradeciste
no tener que presenciar algo así. No equivale a salvarse de una catástrofe,
igual, pensás, mientras esperás tu turno en la fila de Packard S.A. para devolver
tu pasaje.
A la señora del pelo de tres colores no le cae en gracia tu
pedido.
—Pero chiquita, todavía estás a tiempo de tomártelo, está en
la plataforma, no se fue…
—No, pero yo lo quiero cambiar porque… —Pensás si a la
señora le caerá bien que le digas que su micro hace un ruido que te hace pensar
en una tragedia inminente.
Si te arriesgás y le
contás la verdad sobre tu mala intuición, andá acá.