A nadie parece importarle que esta sea la primera vez que hacés buceo. De todas formas, te esperan cada vez que te rezagás demasiado. No es tu intención deambular sola, sobre todo teniendo en cuenta que tus acompañantes deben portar sendos arpones por alguna razón poco auspiciosa.
A lo lejos se ve que los rayos solares se refractan contra una especie de domo gigantesco e iluminan un centenar de estructuras cristalinas, de tonos verdosos. A medida que te acercás, tu asombro va en aumento. Ves altísimos edificios conectados por túneles traslúcidos, grandes jardines de arena adornados por corales, enjambres de vehículos con forma de burbuja que circundan esa ciudad fantástica. Y por todos lados, la presencia de esos seres de pesadilla que viste en las pinturas de tu tío, conviviendo pacíficamente con las personas.
En resumen, todo se asemeja a lo que podría surgir del encuentro entre el autor de La sirenita y el de El mago de Oz pasados de ácido.
Algo te dice que no vas a poder ocuparte de la casa de tu tío.
FIN