Corrés los dos pasadores, trabás el picaporte con una silla desvencijada y amontonás contra la puerta una pila de trastos a mano: un baúl de madera, varias mantas, una valija que por lo que pesa podría estar llena de piedras, un perchero de hierro, un maletín que tintinea como si estuviera repleto de piezas de cristal. Esto debería asegurarte un buen rato de tranquilidad.
No sabés bien por qué, pero sospechás que ese disco oculta algo más. Bah, sí sabés por qué: creciste escuchando la leyenda de que si pasabas un cassette de Xuxa al revés ibas a descubrir mensajes subliminales sobre la adoración del chivo negro, orgías umbandas, paquitas drogadas y sacrificios de inocentes. Pero no tenías idea de cómo hacer para reproducir una cinta al revés, así que te quedaste con las ganas. Ahora te las vas a sacar.
Del otro lado de la puerta alguien intenta accionar el picaporte sin ningún resultado. Ya se va a cansar, pensás mientras girás el disco al revés y la púa le saca los primeros sonidos.
Seguí girándolo, sin apresurarte, así.