Los tentáculos se detienen al instante. ¿Mataste al demonio? Parece paralizado, como una estatua de piedra pintada. ¿Eso es todo?
Entre los tentáculos inermes se abre una pequeña boca con varias filas de dientes concéntricas. Los dientes son pequeños y filosos, similares a los de un tiburón, irregulares y apuntando todos en direcciones distintas; las filas se suceden unas a otras como en un túnel. El túnel se ensancha, cada vez más, hasta formar una gruta. Caés y caés por la gruta, a lo profundo, entre los sucesivos anillos de dientes. La boca, la nariz y los pulmones se te llenan de agua. Tratás de gritar pero tus palabras se alejan confusas y pesadas hacia la superficie, infinitamente lejos. Seguís cayendo, no parás de caer.
FIN