Francamente, ya te está agotando la paciencia todo el asunto de la casa de tu tío. Si para colmo descubrís que está infestada por alimañas, sería demasiado. Preferís no enterarte de lo que hay en el aparador.
Debajo de una pila de revistas Humor y jaboncitos sustraídos de una veintena de hoteles, un escritorio con toda la pinta de guardar papeles importantes te llama la atención. Te lleva una hora y media encontrar la escritura de la casa que te permitirá ponerla en venta y cerrar todo un capítulo de tu vida que tuvo como escenario a Santa Lucía.
Antes de abandonar la casa para siempre contemplás por un minuto el carnaval de objetos acumulados que tu tío dejó como legado. Encontrás un adorno con forma de delfín, de esos que cambian de color según el clima. Te lo guardás en el bolsillo y te vas sin mirar atrás.
Salí por acá.