Y bueno, ya estoy jugada, pensás. Al micro no llegás, y no creés que las locas te dejen ir caminando tranquilita. Además, siempre te intrigaron las sectas. Caminás con paso inseguro, escoltada por las tres mujeres, hasta que una mano sobre tu hombro te indica que es momento de detenerse. Las figuras de blanco te rodean; notás que cuidan que nadie quede de espaldas a la figura escuálida.
Una voz que parece surgir de la nada te da la bienvenida y te pregunta si estás preparada. Preparada para qué, te decís, pero sabés que esa respuesta es inadmisible. Tragás saliva y asentís, mareada, tal vez por el olor a encierro o por la ansiedad que te carcome.
—La fidelidad no se jura, se lleva en la piel.
Las palabras de la voz te hacen pensar que tal vez entrar a un container con tres desconocidas no fue una gran idea, cuando una de tus acompañantes te coloca un pañuelo negro sobre los ojos y te tira del pelo mientras lo ata, con manos firmes.
La voz suena cada vez más autoritaria.
—Hermana Asia, ¿usted da fe por la nueva hermana?
La voz temblorosa de la señora del pelo de los tres colores te reconforta; al menos la conocés.
—Yo doy fe.
—¿Usted recibirá el castigo si sale o la bendición si entra?
—Yo recibiré lo que me corresponda.
Evidentemente, es un discurso ensayado. Vos estás cada vez más convencida de que tomaste una decisión equivocada, pero ya no hay vuelta atrás.
Claramente, te espera un ritual.
Las palabras de la voz te hacen pensar que tal vez entrar a un container con tres desconocidas no fue una gran idea, cuando una de tus acompañantes te coloca un pañuelo negro sobre los ojos y te tira del pelo mientras lo ata, con manos firmes.
La voz suena cada vez más autoritaria.
—Hermana Asia, ¿usted da fe por la nueva hermana?
La voz temblorosa de la señora del pelo de los tres colores te reconforta; al menos la conocés.
—Yo doy fe.
—¿Usted recibirá el castigo si sale o la bendición si entra?
—Yo recibiré lo que me corresponda.
Evidentemente, es un discurso ensayado. Vos estás cada vez más convencida de que tomaste una decisión equivocada, pero ya no hay vuelta atrás.
Claramente, te espera un ritual.