3.2

Te alejás del centro hacia la costanera. Llegando a los límites del pueblo, ves recortarse el contorno irregular de la casa contra el cielo plomizo: un chalet de líneas rectas, con persianas de madera y rejas negras picadas por la sal en el aire. El único en su manzana, ya que el terreno es malo y no soporta mucha carga. Un chalecito como tantos otros, excepto por un detalle: los miles de culos de botella que el propio tío Alfonso rompía contra el pino y había ido pegando a lo largo de los años a los muros y los planos inclinados del techo, hasta cubrirlos por completo y convertir la casa en una especie de monstruo submarino erizado de dientes y cuchillas de vidrio. "Lejos de la casa", les gritaba tu mamá a vos y a Poli mientras se corrían por el jardín. Unos años más tarde le preguntaste por qué hacía eso Alfonso. "¿Es por miedo a los ladrones?" "Nena, ¿siempre en Babia vos?", se había metido Poli. "¿Nunca lo escuchaste hablar de las microondas de invasión extraterrestre y el cooptamiento cuántico-bio-cerebral? ¿Por qué te creés que nunca salía sin un pañuelo en la cabeza y que nos volvía locos con las viseras? La refracción de los vidrios rotos lo protegía", y se había golpeado la cabeza con el índice varias veces. "¿Por eso no fuimos más? ¿El tío está loco?" habías preguntado, cada vez más desconcertada. "¿No te das cuenta de que te está diciendo cualquier cosa, Tami? Córtenla los dos. En esta casa no se dice una palabra más del tío Alfonso y Santa Lucía". 

Así había sido. Y ahora, tantos años después, seguís sin saber por qué extraña manía Alfonso había cubierto toda su casa con botellas rotas, y la de tu hermano es una explicación tan verosímil como cualquier otra.

A medida que te acercás, advertís que la casa está notoriamente inclinada hacia uno de los lados, donde se fue hundiendo por su propio peso. 

Decidís hacer un rodeo y darte una vuelta por la única otra construcción de la manzana: el quiosco de Beba, sobre la calle lateral. No sabés si te va a reconocer, pero seguramente va a estar feliz de contarte sobre tu tío y sus cosas: siempre fue una chusma.

 

Seguí por acá.