2.2.2 bis

Estás pasando junto a un negocio con un cartel muy colorido cuando te das vuelta violentamente. A unos metros, una señora se sobresalta. Pelo entrecano en un gancho de plástico con dientes, bermuda verde agua. Pasa a tu lado sin mirarte a los ojos, arrastrando una valija que parece vacía. ¿Será ella? La ves entrar en los baños. Esperás un ratito que te parece una eternidad. No sale.

Escuchás por el altavoz que el servicio de las 20.30 con destino a Chacabuco está por partir. Ya pasaron más de cuarenta minutos. El Profesor, donde esté, debe estar impaciente. De pronto te das cuenta de que abrazaste tan fuerte la caja que te duelen los brazos. Un viejito pasa a tu lado hablando solo. Te parece escucharlo musitar algo en latín. Sentís que estás enloqueciendo.

¿No será mejor preguntar en algún negocio sobre los relojes de la terminal? Tal vez haya uno que sea el más importante. Pero, por otro lado, te arriesgás a quedar como una loca ante un vendedor de souvenirs.



Si decidís preguntar por los relojes de la terminal en Artesanías Nabuti, secate el sudor de la frente y andá acá.

Si das unas vueltas más por la terminal, respirá hondo y retomá el paso por acá.