Para asegurarte de no estar en un sueño te pellizcás el brazo izquierdo, como cuando eras chica. Mientras te acariciás la piel dolorida, le decís a Jonás:
—No entiendo nada de lo que está pasando, pero escapar no nos va a ayudar. Subamos al micro.
Jonás parece indeciso. No hay nada más contagioso que la duda. Afortunadamente, tus ojos se posan en un camión con la ventanilla abierta. Sobre el asiento del acompañante se observan algunas prendas abandonadas. No lo pensás dos veces: te calzás un gorro de lana azul y unos anteojos oscuros que, seguramente, te confieren el aspecto de una mosca. Jonás enfunda su cuello y su barbilla en una bufanda gris. Parece un ninja de una película clase b, pensás divertida.
—No entiendo nada de lo que está pasando, pero escapar no nos va a ayudar. Subamos al micro.
Jonás parece indeciso. No hay nada más contagioso que la duda. Afortunadamente, tus ojos se posan en un camión con la ventanilla abierta. Sobre el asiento del acompañante se observan algunas prendas abandonadas. No lo pensás dos veces: te calzás un gorro de lana azul y unos anteojos oscuros que, seguramente, te confieren el aspecto de una mosca. Jonás enfunda su cuello y su barbilla en una bufanda gris. Parece un ninja de una película clase b, pensás divertida.
![]() |
Otros |
Disfrazada, acercate al micro.