1.1.1.2.1.2bis

A medias entusiasmada e incómoda, girás la cabeza para enfrentarte a Jonás, dispuesta a todo. De a poco empezás a notar los detalles que el vidrio no te permitía distinguir: por empezar, sus ojos están inyectados en sangre y las venas, azules, parecen a punto de estallarle en las sienes. Su piel ahora tiene un tono verdoso y de su boca, semiabierta, brotan un olor fétido y una espuma sanguinolenta que empapa su mentón. Un grito se ahoga en tu garganta cuando se abalanza sobre tu cuello y te clava los dientes hasta que el aire se te escapa. Tus hombros y pecho, que hace segundos anticipaban el calor de un hombre, ahora se cubren del abrazo húmedo y espeso de la sangre.


Jonás chupasangre
Otro chasco más


FIN