2.1bisbis

Afortunadamente, la espera no es tan terrible y, entre crucigramas y capítulos de una novela policial, se te pasa el tiempo de una manera casi amena. Mientras sacás los billetes para pagarle al mozo se te cae el papelito que te dio la señora de la boletería. Te apurás a levantarlo del piso, con miedo de que el mozo piense que sos una loca conspiradora. Sin embargo, te gana de mano y te lo devuelve. ¿Te parece a vos o los ojos le brillan de una manera particular mientras te dice que ya te trae el vuelto, con una media sonrisa?

—Buen viaje, cuidate. —¿No fue eso lo que te dijo la vieja de la boletería? ¿Cuidate? ¿No es una manera extraña de saludar, o te estás poniendo paranoica?

Mientras contás los billetes del vuelto, te cae en el regazo otro papelito. También doblado en cuatro, también arrugado como si hubiera estado mucho tiempo en un bolsillo.

Ab umbra veritas.

Mirás el nuevo papel, como atontada. De nuevo el latín, o griego, o lo que sea. Con discreción, buscás al mozo con la mirada; está de espaldas, levantando tazas de una mesa a unos metros; sin embargo, estás segura de que está pendiente de tu reacción.



Si decidís llamarlo y preguntarle, de una vez por todas, en qué consiste el misterio de los papelitos, agitá la mano así.

Si, en cambio, ya tuviste demasiado misterio y lo único que querés es subirte a un micro cuanto antes, seguí por acá.